Si te hiciesen esta pregunta:
¿Cómo te gustaría que fueran tus niños?
Probablemente surjan en tu mente multitud de adjetivos positivos para ellos, como por ejemplo: optimista, inteligente, respetuoso, decidido, valiente, etc.
Pero, si te paras unos segundos y piensas, ¿dónde sitúas tu responsabilidad para que los niños y niñas adquieran esas características?
¿Qué contestarías?
A veces, uno desea muchas cosas, pero las acciones que luego se llevan a cabo, no acompañan a la realidad y surgen las dificultades.
Alfredo Hernando, psicólogo, educador y autor del libro "Viajes a la escuela del siglo XXI", indica en una de sus entrevistas: “es fundamental que los educadores se sientan parte del proyecto y asuman responsabilidades”.
Nosotros, ampliamos este compromiso y responsabilidad a todas las personas que acompañan a los menores, principalmente familias y educadores.
Si eres una persona que acompaña a menores, ¿te gustaría que los niños se convirtieran en alguien como tú?
Siguiendo los ejemplos que hemos puesto al inicio, reflexiona:
Si solo compras libros y no lees (este absurdo existe), si solo asistes a conferencias y no actúas, si solo escuchas audiolibros motivacionales y no sigues sus sugerencias, si decides seguir este curso de acompañamiento emocional respetuoso, pero nunca decides llevar a cabo en tu propia y particular vida un cambio personal, pues no va a servirte de mucho, tenlo por seguro.
Con todo ello, nos referimos a una forma particular de “estar” en el momento presente. Esta forma de “estar”, se caracteriza por las siguientes tres cualidades:
Vivir en el momento presente.
Reconocer y aceptar las cosas como son.
Ser generoso consigo mismo.
Una persona que cumpla estas tres cualidades será una persona de mente abierta, consciente, generosa y curiosa sobre el entorno, cuidará sus pensamientos y sentimientos y tendrá herramientas para gestionar sus emociones y sensaciones. Esto ayuda mucho a contrastar el modo de piloto automático y se puede desarrollar al practicar la meditación, mindfulness o realizar diversos ejercicios para mejorar la concentración y atención. Entre los beneficios de desarrollar la consciencia plena, tenemos:
Ser más consciente de lo que te sucede y lo que sucede alrededor tuyo.
Concentrarte mejor en tus acciones sin mayores distracciones de tus pensamientos, emociones o sensaciones.
Desprenderte de pensamientos negativos repetitivos.
Esto permitirá guiar, mantener y redirigir tu atención con la finalidad de evitar caer completamente en los hábitos negativos adquiridos de pensamiento, sensaciones y/o acciones. Ya que, el darte cuenta de los pensamientos negativos y tensiones en tu cuerpo es el primer paso para intentar flexibilizarlos y estar en un mejor balance interno.
Desarrollar o cultivar este modo de consciencia plena es una habilidad, y como toda habilidad, toma tiempo y mucha práctica para mejorar.
A partir de ahora, sigue, deseando lo mejor para tus niños, pero acompañándolos desde tu mejor versión. Si quieres conocer tu mejor versión y ser el mejor referente para los niños, solo tienes que pinchar aquí y acceder al curso de Especialización en Acompañamiento Emocional a Menores.
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